A mi me aportan una mezcla variada de sentimientos y recuerdos:
Los de la niñez, con la ilusión y nervios de esperar si los Reyes Magos traerían algo de lo pedido en la carta o si por el cumpleaños caería algo...
Luego, las aventuras imaginadas y vividas con ellos...: todos tenían nombre (y cada uno era de una nacionalidad, claro), rango y biografía (todo esto lo apuntaba en unos papeles que formaban el dossier secreto de la Coraza Negra, y se incluía el nombre de las misiones).
Con el paso de los años, se transformaron en un recuerdo grato, amable, melancólico.
Con las vicisitudes de la vida (como ya he contado) tuve que desprenderme de todos ellos y de todos sus complementos...
Hasta que un día, navegando por la web, le puse una grabación de la radio. Y me preguntó, y le enseñé las fotos del foro... Y recordé que vendí todos menos uno, que no lo quisieron porque tenía una marca en los ojos... Y lo busqué y lo encontré. Y un calambre y una intensa emoción me recorrió la espalda...
Era un rubio barbudo de 1ª generación (el segundo o tercero que tuve, según fuera el policía militar o el granadero) desnudo (la ropa de todos mis geyperman, con sus armas, se guardó en una caja que quedó en casa de mis padres y... ¿donde estará?)
Y tras barruntar unos días, me lié la manta a la cabeza y pedí una Unidad de Rescate...
Y, uff, fue increíble.
Desde entonces ando reconstruyendo mi Coraza Negra, con lentitud pero con constancia. Y los miro y los disfruto porque me traen recuerdos pero porque sigo jugando con ellos: les he vuelto a poner nombres (ahora no me los invento sino que me inspiro en otra de mis pasiones: el cine), he vuelto a reconstruir (tirando de memoria y añadiendo cosas nuevas) su biografía y sus misiones...
Y me lo paso pipa viendo a mi hijo de 10 años jugar con sus geyperman (porque le gustan y así ha creado su propia unidad de élite llamada La Brigada del Diablo), tal y como yo hacía, montando batallas y misiones...
Así que, en realidad, son parte de mi vida.